Antes de que fuera moda
Imagina los años setenta: las calles de Londres, Mánchester y Birmingham. La juventud vive crisis económica, desilusión, aburrimiento — y protesta. Así nace el punk rock: en esencia, una revuelta expresada mediante la ropa y la apariencia.
Vaqueros rotos, chaquetas de cuero, imperdibles, cabellos llamativos, lemas audaces en camisetas: no era sólo moda, era un desafío a la sociedad. Los punks rechazaban las normas y su aspecto se convirtió en un manifiesto contra el conformismo y el sistema.

A finales de los 70 y comienzos de los 80, de las cenizas del punk surge el gótico — más oscuro, dramático y místico. Americanas negras, camisas de encaje, botas robustas, maquillaje pálido, delineado intenso. Los jóvenes se reunían en clubes legendarios como el Batcave de Soho (abierto en 1982), donde sonaban Bauhaus, The Cure, Siouxsie and the Banshees.

Este estilo unía filosofía, arte, poesía y una belleza sombría. Para la sociedad de entonces fue un choque: reacciones fuertes — unos admiraban la libertad de expresión y otros lo tachaban de “decadencia moral”. Pero aquella explosión cultural cambió la moda para siempre.
En ese contexto, John Richmond define su camino — un joven de pelo largo y mirada afilada, criado en las calles de Mánchester, impregnadas de música: David Bowie, Marc Bolan, Sex Pistols, Roxy Music, punk, new wave.
Esos sonidos se transformaron gradualmente en su lenguaje de estilo, su verdadera gramática del diseño.

En los años 80 eligió el diseño de moda y se matriculó en Kingston University (Londres), ciudad que le brindó un escenario donde moda y música se entrelazaban. En ese caldo creativo surgió su sello: cuero negro, tachuelas metálicas, cadenas, accesorios potentes, vaqueros pitillo, camisetas estampadas, eslóganes provocadores como “Destroy, Disorientate, Disorder” o “Eat Cake” — símbolos de su estética rebelde.

En 1984 deja Londres y se traslada a Milán, donde en 1987 lanza su marca homónima, junto con líneas como Richmond Denim y Richmond X. Diferentes expresiones de una misma alma: refinada, punk, urbana.
Su estilo se convierte en una firma reconocible: olor a cuero y espíritu rock impreso en cada prenda. Iconos de la música — Madonna, David Bowie, Mick Jagger — vistieron sus creaciones, sellando el vínculo indisoluble entre música, moda y rebeldía.

También destacó su imagen personal: «rostro pálido y melena ochentera» — un estilo que no sólo diseñó, sino que encarnó, un manifiesto viviente de su estética.

En los 2000, bajo la dirección del mánager Saverio Moschillo, la marca de Richmond se expandió con rapidez: boutiques en Milán, París, Düsseldorf, Londres y Nueva York. Sus desfiles en Milán y audaces campañas urbanas consolidaron la estética rich chic — a la vez lujosa, transgresora y expresiva.

Renacimiento de la marca después de 2016
Tras un periodo de silencio y cambios internos, la marca vive un nuevo renacimiento. En 2017, con nuevos inversores (Blue Skye — inversor principal) y socios (Arav Fashion — empresa italiana encargada de la producción y distribución), John Richmond se relanza con una visión renovada, preservando su ADN rebelde.

Regresa a Londres, la ciudad donde todo empezó, y presenta una colección llena de referencias punk y góticas, interpretadas en clave de lujo contemporáneo. Las líneas se vuelven más limpias, las siluetas más arquitectónicas, pero permanecen los códigos: cuero negro, herrajes contundentes, branding audaz y sensación de libertad.
Bolsos de cuero John Richmond
Impulsada por esta relectura, la marca presentó una nueva línea de bolsos de cuero, íntegramente Made in Italy. Accesorios que combinan calidad y maestría italianas con una estética rock-gótica: tachuelas, cadenas, superficies negras lacadas, logotipo atrevido — todo en el espíritu Richmond.
Los bolsos se convirtieron en una continuación natural de la historia de la marca, uniendo música, estilo y arte.

Conclusión
La historia de John Richmond es más que la trayectoria de un diseñador: es el relato de una cultura y de una generación que decidió romper las reglas. Su estilo es una mezcla de punk, gótico, dark y rock, reinterpretada con las tendencias actuales.
Hoy la marca vive una nueva etapa: al crear moda y accesorios, Richmond permanece fiel a su filosofía — romper moldes, provocar e inspirar. Cada pieza del diseñador inglés porta un espíritu de libertad, energía e indocilidad, nacido en los clubes y calles de la Gran Bretaña de los 70 y 80.
